La señalización es un elemento tan común para nosotros,
que difícilmente reflexionamos al respecto de su existencia. Forma parte de
nuestras vidas, de nuestras viviendas, de nuestros lugares de trabajo y de
nuestras comunidades. La señalización está
integrada de tal forma que muchas veces no reparamos en ella, como si
fuese parte de la decoración, del paisaje urbano.
Si probamos a adentrarnos en ese sótano, ese trastero o
ese pasillo falto de luz, la señalización nos reconforta, nos ilumina, nos
acompaña hacia un lugar seguro, a salvo. Es en esos momentos donde comprobamos
la enorme importancia de la señalización en las comunidades de propietarios.
Donde detectamos la diferencia entre una señalización de calidad, con
materiales adecuados, bien colocada y visible, y esas imitaciones que no
cumplen nuestra normativa, y probablemente ninguna otra.
En el entorno de nuestro edificio, de nuestra comunidad
de propietarios, estamos rodeados de señales, con propósitos muy variados:
advertirnos, informarnos, prohibirnos, e incluso obligarnos; de una forma muy
directa, con poca diplomacia. Y para ello utilizan colores vivos, símbolos
inequívocos, fondos fotoluminiscentes. Nos impactan, sin duda. De hecho, ese es
el objetivo de la señalización en las comunidades de propietarios y en
cualquier otro ámbito.
Desafortunadamente, la simple colocación de la señal,
por muy oportuno que sea el lugar, por muy buena calidad de fabricación, y por
mucha resistencia al deterioro o impacto que pueda tener, no garantiza por sí
misma la ausencia de riesgo. El riesgo existe y existirá a pesar de la señal.
Entonces, ¿qué mágico magnetismo nos arrastra hacia el
cumplimiento automático de un mensaje que se encierra en un par de colores y
unos dibujitos? En realidad, ninguno. Simplemente intenta (y a veces consigue)
cambiar conductas. Evitar ese atajo sencillo a la par que inseguro; ese hábito
arraigado en nuestra vida incompatible con las atmósferas explosivas; esa prisa
que nos arrastra en el garaje y nos hace hundir el pie derecho. En efecto,
quiere que hagamos lo contrario de lo que nos apetece hacer, simplemente porque
no es seguro para nosotros ni para nuestras familias y convecinos.
Habrá que decir algo muy doloroso: señalizar
adecuadamente no es barato. Las señales adecuadas no siempre se venden en las
tiendas de bricolaje; a veces ni en nuestra ferretería de toda la vida; y mucho
menos en las tiendas donde compramos el pan, las pilas triple A y alguna que
otra maceta.
Más malas noticias: no podemos colocar las señales en
cualquier lugar del edificio. Ya sé que a veces el verde fotoluminiscente no
pega mucho con el espejo rococó del hall principal. Sin duda el que lo eligió,
no tenía ni idea de decoración, se lo admito. Pero oiga, si se va la luz, ya me
dará la razón. Como en tantas otras cosas de la vida, lo barato a veces es
caro; y peligroso. Y puede ser doloroso.
Por eso no es recomendable ahorrar en la señalización
en las comunidades de propietarios. Pueden pagarlo muy caro.
Fuente: comunidades.com